El talento siempre ha sido un bien preciado y, en épocas de crisis, aún más.
El saber hacer de forma diferencial adquiere un peso específico determinante
para generar valor en las situaciones más comprometidas. Y no vivimos
precisamente tiempos como para desperdiciar el talento que tenemos a nuestro
alrededor, más bien todo lo contrario.
Hablamos de talento con demasiada soltura. En ocasiones hasta me atrevería a
decir que nos referimos a él sin tener en cuenta algún que otro ángulo
muerto.
Por eso, por su valor incalculable en tiempos de crisis y por la necesidad
de facilitar su capacidad de manifestarse, creo que puede ser útil poner en
perspectiva algunos aspectos que suelen pasarse por alto – o a los que
simplemente no ponemos atención – cuando nos referimos al talento de alguna
persona y a cómo y por qué éste se pone en acción.
No se trata de descodificar uno de los conceptos más manoseados de la
literatura del management, así que me referiré al talento como esa capacidad
excepcional o esa habilidad extraordinaria que una persona manifiesta de
forma natural, en comparación con aquellos con quien se relaciona y que
suele ser percibido por todos a simple vista.
El contexto y las circunstancias adecuadas
En demasiadas ocasiones lo pasamos por alto, pero el contexto es una
variable determinante para que el talento que posee una persona pueda darse
en su máxima expresión.
El contexto lo forman entre otros, el entorno, la cultura, las
circunstancias y el momento en el que se encuentran tanto la persona como la
organización. El contexto es un factor crítico. Lo suficiente como para que,
si no es el adecuado, las habilidades excepcionales de alguien nunca lleguen
a brillar.
Por lo tanto, si la organización no ofrece el momento adecuado, si entre la
cultura de la organización y los valores de la persona no existe un match
razonable, o, si la situación personal por la que atraviesa un profesional
no es la más propicia, el contexto puede llegar a ser más una barrera que un
facilitador del talento.
Un entorno de confianza y seguridad psicológica
Nadie, absolutamente nadie, es capaz de expresar sus habilidades en su
máxima expresión si no se encuentra en un entorno de confianza plena. Ni
siquiera las personas con mayor nivel de resiliencia pueden desempeñar sus
principales habilidades si no habitan en un entorno que les ofrezca la
seguridad psicológica necesaria.
Cuando la confianza no es plena, cuando los juicios y las etiquetas
sustituyen a la objetividad, en definitiva, cuando una persona percibe
un entorno inestable en términos de seguridad emocional, nunca se comportará
con naturalidad. Y cuando una persona no se expresa con naturalidad es muy
poco probable que demuestre sus habilidades más excepcionales.
Por lo tanto, sin confianza y seguridad emocional el talento estará
cohibido, se mostrará coaccionado y nunca se expresará en su máximo
potencial.
Vínculos y conexiones
Cualquier organización es un ecosistema donde existen múltiples conexiones
entre todas las personas que forman parte de él.
Los vínculos y las conexiones son imprescindibles para que el talento de una
persona pueda manifestarse. Cualquier persona se enfrentará a múltiples
situaciones con multitud de personas que forman parte de esa red y de ese
ecosistema.
Formar parte de esa red es fundamental para poder construir el entorno de
confianza y de seguridad necesarios. Una persona con talento en una
organización requiere ser parte del ecosistema, de otra manera sus
habilidades no tendrán el mismo impacto ni el mismo valor y probablemente
nunca lleguen a mostrarse tal y como son.
El apoyo incondicional del liderazgo
El contexto y las circunstancias más favorables, el entorno de confianza y
seguridad más robusto y formar parte de la red, requieren de una dimensión
esencial. El apoyo del liderazgo.
Quizás nos estemos refiriendo a la atribución más relevante y significativa
de una persona con responsabilidad sobre otras personas.
Sin el apoyo inquebrantable y sólido de un manager el talento jamás podrá
alcanzar su máxima expresión. Porque la principal tarea de un líder no es
identificar las capacidades o habilidades más significativas de las personas
de su equipo, sino ayudarle sin excusas y con convicción a que construya los
vínculos necesarios dentro del ecosistema organizativo. Conexiones que le
ayudarán a construir el entorno de confianza y seguridad necesario y desde
donde podrá crear las circunstancias y el contexto necesario para que su
talento se exprese tal y como es.
Uno de los retos de las organizaciones de nuestro tiempo es entender que el
talento no es un elemento aislado, que la expresión del mismo requiere
observarle sin ángulos muertos y que forma parte de un sistema más
sofisticado y complejo.
El reto de los profesionales de la gestión de talento es entender que lo más
complicado no es identificar las habilidades de las personas en la
organización, ni trabajar en el diseño de modelos para construir planes de
desarrollo individual, ni siquiera construir modelos competenciales de
última generación.
El auténtico desafío para las organizaciones de nuestro tiempo y para
aquellos que trabajan en entender el talento es comprender que éste no es
suficiente por sí mismo.
El talento necesita de otras personas que ayuden a construir el contexto y
las circunstancias adecuadas. Requiere personas que fomenten las conexiones
y los vínculos necesarios. Y sobre todo, precisa que la persona que
desempeñe el rol de líder comprenda esta realidad para que el talento se
pueda expresar en su máximo potencial y de esa forma genere el valor
necesario.
Por lo tanto, el reto es conseguir que el talento genere el contexto
favorable: ayudándole a hacer match con la cultura y dándole soporte para
encontrar el momento más adecuado. Eliminar los obstáculos que puedan
impedir que tenga un entorno de seguridad psicológica y promover que se
produzcan las conexiones necesarias. En definitiva, dotarle de sentido.
Lo esencial es cuidar que todas las personas cuenten a su lado con la
calidad ética, objetiva y humana de los líderes que tienen en su mano la
capacidad de liberar el talento que tienen los demás. En definitiva,
rodearle de la sensibilidad necesaria.
Porque sin las personas adecuadas el talento nunca se manifestará de forma
excepcional.
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